Siegfried Konther es un inventor de toda la vida y es hasta el día de hoy que sigue sorprendiendo con algunas de sus obras que expone orgulloso en el patio de su casa. Hijo de una paraguaya y un inmigrante alemán que abandonó su país antes de la era nazi, nació en Villarrica en 1940. Su familia se dedicaba al comercio y sólo alcanzó a terminar el quinto grado de la escuela. Sin embargo, gracias a los conocimientos de mecánica de su padre, dio rienda suelta a su imaginación y ya nunca dejó de inventar.

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Durante la adolescencia se enroló en el servicio militar y pasó más de 10 años al servicio de la Marina como motorista. Una vez que se retiró de la milicia, su pasión por los motores siguió intacta y continuó desarrollando nuevos e innovadores prototipos. En la actualidad, don Siegfried ya tiene dos pequeños generadores de electricidad que funcionan con energía eólica (producida con el viento) o energía olamotriz (generada por las olas). Todos estos aparatos se encuentran funcionando perfectamente, ya que según su inventor, es necesario que se mantengan en movimiento para que “la gente crea”.

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Pero sin dudas, la gran estrella de su exhibición es “la hidroeléctrica más pequeña del mundo”, como la llamó él mismo. “Tenemos la hidroeléctrica más grande (refiriéndose a Itaipú, que en la actualidad ya no posee ese galardón) y ahora también la más pequeña”, dijo con picardía Konther.

Aunque sus inventos recibieron algunos reconocimientos por parte de organismos internacionales, nunca pudo producirlos de forma masiva. Sin embargo, su espíritu creativo permanece intacto y don Siegfried seguirá creando nuevos aparatos: “Quiero hacer uno más grande, pero tiene que moverse para que la gente crea”, finalizó entusiasmado. ¿Qué pensás de esta motivadora historia?