Blas Morínigo tiene 23 años y una emotiva historia de vida. Desde que era sólo un niño pasó por situaciones muy difíciles debido a su enanismo; pero a pesar del rechazo y la discriminación, “batalla” cada día con más fuerzas, gracias al amor de su pareja y sus hijos.

Blas no le teme a los desafíos; trabaja como vendedor ambulante y a diario sale a la calle a vender frutas, bingos o caramelos. “Hago de todo. No le tengo miedo al trabajo, pues mediante eso llevo el pan a la casa”, aseguró.

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Pero además de este sacrificado trabajo, Blas se ingenia de otras formas para ganar un “extra”. Hace un tiempo creó un personaje llamado “El payaso Pituko”, con el que realiza animación de fiestas infantiles.

¡Pero eso no es todo! El joven comentó que en varias ocasiones también le tocó trabajar como “stripper” en despedidas de solteras. “Le suelo acompañar a otro bailarín y así hacemos el show. Yo le pongo el humor al momento”, dijo entre risas.

Blas no le teme al qué dirán, pues su corta estatura no define qué tan alto llegarán sus sueños. Y así lo demostró al convertirse en bombero voluntario. “Pude cumplir uno de mis sueños. Ingresé a la Academia de Bomberos de Fernando de la Mora en donde hice el curso de aspirante. Después de un año de duro entrenamiento, me recibí con mis compañeros como Bombero Combatiente”, relató con orgullo.

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Blas reconoce que “es muy difícil para una persona como yo el poder obtener un trabajo estable”. Sin embargo, no se deja vencer y pide con la voz en alto su mayor sueño: “Ojalá consiga un gran trabajo para sacar adelante a mi familia”. ¿Qué te pareció esta historia?