La Doctora Carol Graham, investigadora del Instituto de Brookings y especialista en la ‘economía de la felicidad’, sostiene que las personas con coeficiente intelectual alto invierten la mayor parte de su tiempo trabajando en metas a largo plazo. Es por eso que al final del día, es probable que se sientan satisfechos por sus avances y no sientan otra necesidad que la de estar solos. Por otro lado, las personas extrovertidas esperan el final de la jornada para buscar la compañía de sus amigos y recibir así algún tipo de estimulación.

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Pero no todo es lo que parece con las mentes brillantes. Pese a todo, los expertos afirman que tener una inteligencia superior también permite adaptarse a los cambios, como por ejemplo vivir en una ciudad grande. De esta forma, las personas inteligentes no solo son más cuidadosas a la hora de elegir sus amistades, sino que además son capaces de rechazar las normas sociales convencionales para establecer las propias. Ellos deciden con quiénes relacionarse en armonía y la frecuencia de sus encuentros con amigos.

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