Aunque el síndrome de Kleine-Levin se presenta en la adolescencia, afortunadamente los síntomas pueden apaciguarse luego de unos 10 años, por lo que Beth tiene esperanzas de mejorar pronto.

Via periodistadigital.com
Mientras tanto, trata de llevar su vida adelante pese a las dificultades, se mantiene en forma y realiza actividades sociales cuando está despierta. Ella quiere que se tome conciencia sobre esta extraña enfermedad que aún no tiene cura y es difícil de detectar. “No es nada bonito o romántico. Es horrible”, asegura.

Via dailytelegraph.com.au
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